El origen de las pulseras CANDELA es una historia de amistad que
empezó cuando una voluntaria del Hospital enseñó a Candela, una niña ingresada
con leucemia, a hacer unas pulseras de macramé para que las horas le
parecieran más cortas. Ella, a su vez, enseñó a hacerlas a dos amigas suyas, Mariona
y Daniela, las impulsoras de la iniciativa, puesto que le pusieron el nombre y
empezaron a venderlas durante todo un verano para conseguir dinero para
investigar el cáncer infantil.
Pronto se sumaron todos los niños y niñas de la 8a planta
del Hospital (entre ellos se llaman Chipirones), sus familias, amigos y todas aquellas personas que querían continuar esta historia
solidaria. Algunas escuelas han empezando a proponer talleres de pulseras CANDELA a la hora del medio día, una manera de combinar una actividad manual divertida con una acción solidaria.
Con el trabajo de todos ellos, las CANDELA han logrado un éxito
que ha traspasado el Hospital para seguir sumando recursos para avanzar en el
conocimiento de esta enfermedad.